La cuestión de la nacionalización de la banca, repensando con la realidad contemporánea, personalmente pienso que es una deuda pendiente. En un país de las dimensiones de Uruguay, que tiene además una fuerte banca del Estado, que tiene una cultura donde el Banco de la República solo debe ser 50% o 60% del movimiento bancario, es un craso error de acumulación de excedentes para capitalizar el país mantener una banca extranjera. Lo mínimo sería una nacionalización de la banca. Por ejemplo, que alrededor de Conaprole hubiera un banco nacional agropecuario, con participación del Estado y los intereses cooperativos. Que hubiera diversos bancos que compitieran entre sí, porque si no, nos burocratizamos y nos achanchamos. Pero estoy seguro de que me matan, nadie va a pensar como yo. Pero amortizado, a los 86 años, puedo decir lo que pienso. Porque ¿cómo explicar que con plena pandemia hay cuatro mil y pico de millones de depósitos que se perdieron en 2020 hacia el exterior, de plata de uruguaya? ¿Cómo explicar que en plena pandemia hay 2.800 millones de nuevos depósitos en la banca? Hay un enorme Uruguay al que le va mal, pero no a todo el Uruguay le fue mal ni le va mal. En este último cuatrimestre, las exportaciones aumentaron por lo menos 12% en términos de valor con respecto a lo que era el cuatrimestre de 2019, no estoy comparando con 2020. A pesar de eso, los salarios de los peones rurales quedaron democráticamente abajo.
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